Thursday, October 17, 2013

Cómo cambiar tu actitud ante los problemas



Sea cual sea el problema que tengas, es decisión tuya elegir la actitud que vas a tomar ante él. Esta idea es el denominador común que puedes encontrar en diferentes ámbitos. Desde de la psicología más básica hasta la mayor parte de los libros sobre desarrollo personal, pasando por los principales preceptos de religiones como el Budismo. Los problemas son inevitables. Sin embargo la actitud que elijas tener ante ellos depende totalmente de ti.

Conseguir llegar a un estado en el que puedas darle la importancia justa a los problemas es un proceso que puede durar muchos años. Diversos factores dependen de tu predisposición a amargarte ante los problemas de la vida. Una combinación genética o haber nacido en un determinado ambiente, con su respectivo proceso de aprendizaje, son variables que influirán en la percepción del mundo que te rodea. Además los problemas no son iguales. No se le puede dar la misma importancia a una discusión  con un amigo que al hecho de perder el trabajo. Por no entrar a hablar todos los problemas relacionados con la salud, es decir, los auténticos problemas.

Como comentábamos antes, cambiar tu actitud para que los problemas te afecten en su justa medida es un proceso largo en la mayoría de las ocasiones. Leer libros de autoayuda o asistir a terapia son acciones que pueden ir modificando lentamente la percepción del mundo que te rodea. Sin embargo, en algunas ocasiones diversas circunstancias como un accidente o superar una larga enfermedad pueden convertirse en los factores desencadenantes que te permitan cambiar tu actitud ante los problemas literalmente de un día para otro.

No es mi intención convertirte en un Buda al que nada le afecta. Tampoco deseo que sufras ningún accidente o padezcas una enfermedad que te haga despertar. Sin embargo me gustaría compartir contigo un par de herramientas que suelo emplear para ganar perspectiva ante un problema de forma inmediata.

- La primera de estas herramientas consiste en cuantificar el número de meses que llevas vividos (341 en mi caso) y comparar esta cifra con el número de meses vividos por una persona de 90 años (1080 meses).  Siendo optimista, y salvo avances médicos revolucionarios, cualquier persona se puede imaginar llegando a los 90 años. Esos 90 años pueden parecer una cifra demasiado alejada de mis actuales 28 años. Sin embargo cuando comparo mis 341 meses con los supuestos 1080 meses la distancia entre ambos números parece psicológicamente menor. No existe ningún fin morboso en querer percibir que mi vida no es tan larga como parece. Pero es precisamente el hecho de ser consciente de la fugacidad de la misma lo que me ayuda a ganar perspectiva ante los problemas que me preocupan en el momento presente. En lugar de meses, el cálculo también se puede realizar con semanas, días o incluso horas.

- La segunda herramienta consiste simplemente en ver el video que tienes a continuación. Tan sólo dura 3 minutos.


Espero que ambas herramientas te hayan gustado. Cuando tengas un problema trata de ponerlas en práctica e inmediatamente después preguntate si tu perspectiva se ha modificado en algo y comienza a vivir el aquí y ahora.



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